“El cuidado de la casa común una razón para la cognición compartida”
La fenomenología se formula el siguiente interrogante ¿Cómo
se sitúa el ser humano en relación con el mundo? A partir de lo expresado por
el filósofo Alemán Martin Heidegger, Sartre asevera que este interrogante
contiene su propia respuesta, o sea que la relación entre el ser humano y el
mundo es una pregunta. El sentido de la anterior reflexión se podría aplicar
para la encíclica “Laudato si”; el cuidado de la casa común; dicha carta se
soporta en una serie de preguntas existenciales y sociales, inicia con una
especie de llamado de alerta hacia el futuro, ¿Qué tipo de mundo queremos dejar
a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Luego, se quiere
sacudir la pasividad humana preguntando ¿para que pasamos por este mundo?; a
continuación, insiste en el mismo contenido
presentando el interrogante ¿para qué vinimos a esta vida?, ofreciendo
una hipótesis (respuesta anticipada) se transforma dicho argumento en pregunta,
¿para qué luchamos y trabajamos?, y para
retomar el objeto de análisis, vuelve al interrogante fundamental ¿para
qué nos necesita esta tierra?. En general, se puede considerar la pregunta como
un estratégico instrumento de motivación que permite resaltar la preocupación
ecológica y con el apoyo de Sartre se podría afirmar que la relación entre el
ser humano y el ambiente es precisamente una pregunta que requiere urgentes
soluciones, al enmarcarlas en un contexto educativo, se clasifican o
categorizan (las soluciones) en tres (3) grupos.
1. Soluciones declarativas o teóricas, su
unidad de sentido se suele identificar con la expresión “El saber qué”. En este
ámbito y teniendo como apoyo la misma encíclica se presentan los siguientes
saberes: * lo que está pasando
a la casa común, * la raíz humana de la crisis ecológica, * elementos de una ecología integral.
2. Soluciones procedimentales o prácticas. Su
unidad de sentido se identifica con la expresión “El saber hacer”. Al
interior de este tipo de solución el documento sugiere los siguientes saberes:
* Las relaciones vitales, * líneas orientadoras y de acción.
3. Soluciones actitudinales o motivacionales.
Su unidad de sentido se identifica con la expresión “Saber ser”; aquí se podría
plantear que la actitud es un reflejo de los valores que posee una persona; se
sugiere el siguiente saber: * invitando al cambio.
Resulta interesante el doble abordaje planteado para la
tierra, A. Como hermana, pues se comparte (con
ella) la existencia, lo que implica una
relación de par - igual - B.
Como madre bella, pues acoge el ser humano entre sus brazos, le obsequia el
aire para sostener su aliento y le brinda agua
para vivificarlo y restaurarlo permanentemente, lo que implica una
relación asimétrica de guardar respeto y responsabilidad. En síntesis dichos
abordajes permiten establecer la siguiente afirmación: “El ser humano con relación a la tierra vive con ella y para ella”.
Al incursionar en el primer tipo de soluciones declarativas
o teóricas, es importante recordar que se facilita cuidar y/o querer algo
conocido; en este sentido, se hace necesario comprender lo que está pasando en la
casa común. En primera medida, sigue existiendo una gran deuda de aquellos
países desarrollados con relación a los poco desarrollados, en referencia al
continente americano “Los del norte están en deuda con los del sur”, por
ejemplo: la responsabilidad del cambio climático es mayor en los países del
norte, precisamente (el cambio climático) es uno de los principales desafíos
actuales para la humanidad, el impacto recae en los más débiles (niños,
ancianos) y en los más pobres. El clima ya se considera un bien común, es de
todos y para todos, la dificultad radica en que los poderosos (ricos) no
encuentran problema pues con sus recursos enmascaran el calor (con
refrigeración, jacussi, piscina…) o el
frio (calefacción, ropa especial, alimento…) a la par del cambio climático está
el acceso al agua, dicha acción se constituye en un verdadero derecho humano,
privar a los pobres de este precioso liquido es lo mismo que negar el derecho a
la vida, algunas políticas como el mínimo básico - consumo sin costo - de agua representan
un noble gesto o una intervención positiva sobre el drama de los más pobres,
esto da a pensar que la política si puede considerarse como el arte de servir
al otro y al planeta.
Consecuencia del cambio climático se establece la pérdida
constante de la biodiversidad, cada año los estudios taxonómicos evidencian la
desaparición de especies vegetales y
animales, seres vivos que ya no se podrán estudiar o los niños no podrán ver,
la encíclica hace una reflexión interesante en este punto, se trata de la
incorrecta interpretación de la escritura, el hombre fue creado a imagen de
Dios para dominar la tierra pero dicho dominio no es absoluto en el sentido de
llegar a la desaparición de la vida; al ser humano le corresponde cultivar y
custodiar el jardín del mundo. En otros términos, el fin último de las demás
criaturas no es el hombre, todas deben avanzar junto al hombre y a través del
hombre hacia el término común, o sea, el padre creador.
El segundo saber incluido en las soluciones declarativas
hace referencia a la raíz humana de la crisis ecológica, no hay duda, dicha
raíz se encuentra en el exceso de antropocentrismo producto del manejo ciego o
inadecuado de la tecnología, el hombre pierde el norte, se vuelve
autorreferencia, al dejarse influenciar por los efectos (positivos y negativos)
de la tecnología no reconoce su posición humana respecto al mundo, cuando
adquiere conocimiento y poder económico para utilizarla inicia el dominio sobre
sus congéneres, en especial sobre las personas con bajo capital intelectual;
otro tipo de dominio asumido puede ser sobre la economía y lo más grave aún
sobre la política, lo que impide reconocer que el mercado por sí solo no
garantiza el desarrollo humano y que se deben tener claros los límites del
progreso científico, para ello, se requiere una política responsable frente al
cuidado del ambiente, frente a la protección del trabajo (arropar al pequeño
productor) dando oportunidad laboral al joven egresado sin experiencia, entre
otros. Por ello, se deben conocer los elementos de la ecología integral (tercer
saber incluido en las soluciones declarativas); con gran fortaleza el documento
afirma lo siguiente, “no hay separación
de la crisis ambiental y social”; por ejemplo, un menoscabo de la
solidaridad y el civismo también puede producir daño ambiental, la salud de la
familia trae consecuencias positivas o negativas en el ambiente, igualmente la
salud de la escuela, la salud de la empresa, en fin, la salud de las
instituciones. La ecología integral, como nuevo paradigma de justicia reconoce
el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad
que lo rodea, por ello, formula un juicio fuerte, “no deben existir personas descartables en el sentido de privarle los
derechos y bienes como el clima, el agua, etc”.
En este marco, la solidaridad no solo es intergeneracional,
como lo plantea la pregunta ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos
sucedan…?, además es intrageneracional, esto significa que la solidaridad
humana es una acción presente (de ahora) y futura (para las otras
generaciones).
La ecología integral también hace referencia a la atención
del ambiente urbano, al mejoramiento del espacio público de la vivienda, del
transporte. En este aspecto la encíclica destaca la adaptación de los seres
humanos a la vida en contextos de desorden y precariedad, pero llama la
atención el cuidadoso equilibrio manejado por la carta objeto de estudio, por
ejemplo plantea que el hombre no debe convertirse en ese patrón que le quita el
valor peculiar a los seres vivos pero tampoco puede divinizar la tierra
descartando la posibilidad de colaborar con ella y proteger su fragilidad. Por ello, causa gran inquietud la declaración
presentada por el Doctor Fernando Savater a una entrevista publicada por el diario
el país (Colombia) el día domingo 5 de julio del 2015, el reconocido filosofo
anota…o con esto último que dijo (el papa) sobre la ecología, que algunas
partes con sensatas y otras son absurdas como la sacralización de la
naturaleza; reconociendo el referente y la autoridad intelectual del
catedrático, se podría establecer como hipótesis que para elaborar dicho juicio
pudo más la crítica al contenido religioso de la de la encíclica que la
interpretación educativa inmensa en su cuerpo teórico, de todas maneras, aunque
no vaya a existir intersubjetividad en este punto se reconoce que de este tipo
de controversias se alimenta la academia y en palabras de Kriele no se puede
exigir ninguna pretensión de validez de un saber.
Las soluciones
procedimentales o prácticas incluyen en primera medida el saber de las relaciones vitales (nombre propuesto de manera delicada y
respetuosa para dar énfasis educativo, la encíclica lo llama el evangelio de la
creación, capitulo II).
La existencia humana fortalece su sentido a través de la
estrecha relación, entre:
El anterior recurso grafico permite recordar el quehacer de
la escuela, o sea, la formación integral; toda autodeterminación racional del
sujeto que se educa debe conducir a estos propósitos:
1. La convivencia pacífica y propositiva de los congéneres.
2. La sobrevivencia sostenible y sustentable asegurando la
protección de los ecosistemas.
3. La convicción de que existe la vida eterna y que ella es un
don regalado por Dios a través de Jesucristo, si el sujeto no pone su fe en
esto, entonces ¿para que luchamos y trabajamos?, ¿para que vinimos a esta
vida?. Estas relaciones vitales se rompen cuando el ser humano falla o descuida
una de estas tres (3) obligaciones, el amor, el respeto y la responsabilidad;
en este sentido, el pecado se puede concebir como un desequilibrio que altera
la armonía de la triada (Dios, prójimo y tierra). Todos los seres humanos están
unidos por lazos invisibles conformando una especie de familia universal, se
insiste, dichos lazos son considerados los macrovalores anteriormente
enunciados, como son:
1. El respeto, donde la encíclica le confiere tres cualidades:
A. Sagrado, cuando tiende a la
relación con Dios. B. Cariñoso o con
expresión afectuosa, cuando tiende a la relación con el congénere C. Humilde como criterio que recuerda
la calidad de persona que reconoce los bienes (agua, aire, clima…) ofrecidos
por el ecosistema, cuando tiende a la relación con la tierra.
Así como el respeto posee dichas cualidades, (sagrado,
cariñoso y humilde), los sujetos educables con apoyo de la escuela, descubrirán
las características y/o cualidades que
conforman los otros dos lazos 2. El
amor y 3. La responsabilidad, la
encíclica sugiere como animador de todas estas relaciones vitales a “Jesús
terreno”, o sea, tener en cuenta todas las enseñanzas de Jesucristo resucitado
y glorioso.
En segunda medida, las soluciones procedimentales o practicas
incluyen como saber algunas líneas orientadoras y de acción que responden a la
pregunta ¿Qué podemos y debemos hacer?. Para salir del espiral de
autodestrucción generado por el anteriormente llamado antropocentrismo, se debe
trabajar para que las necesidades, bien sea particulares o ideológicas de los
seres humanos, no afecten el bien común, para ello se hace necesario un debate
honesto y transparente a todos los niveles, en especial a nivel mundial, las
cumbres mundiales sobre la protección ambiental en los últimos años no
responden a las expectativas, se requiere una verdadera conversión ecológica,
para ello hay que cambiar de ruta, hay que solicitarle a las personas con
cargos de autoridad política que asuman una responsabilidad generosa (cualidad
importante para este lazo) frente al cuidado del ambiente.
Así como se sugiere una conversión ecológica por decirlo a
gran escala o mundial, no se debe olvidar o dejar a un lado los esfuerzos
individuales o familiares, como lo es: el ahorro del agua, la disminución del
uso de los recipientes desechables, el derecho responsable de las pilas o los
elementos tecnológicos, la separación de los residuos desde la fuente, la
desaparición de la lógica o el comportamiento del uso y tiro… entre otros.
Las soluciones actitudinales o motivacionales se sostienen
en una invitación al cambio como saber que fortalece la alianza ente la
humanidad y el ambiente.
No resulta fácil rediseñar o reorientar hábitos y
comportamientos pues todo cambio
requiere una alta dosis de motivación y un prolongado camino educativo.
Para aliar el ser humano con el ambiente el gesto cotidiano
debe romper la lógica de la violencia, las ganas del aprovechamiento, el
pensamiento egoísta, la actitud de dominio; esto se podría lograr si se contempla
el mundo desde adentro, desde la fe y la conciencia (no solo desde afuera),
reconociendo los lazos con que se está unida aquella llamada familia universal.
Además de la postura crítica que asume
cada sujeto frente al ambiente, en este ámbito de la ecología integral resulta saludable recordar a Paulo
Freire cuando afirma “tenemos mucho para
dar pero también tenemos mucho para recibir”, en otros términos la
incompletez humana frente al cuidado de la tierra requiere de otro lazo (además
del amor, el respeto y la responsabilidad) que invita a responder la pregunta
¿Qué tipo de mundo dejar a los que nos sucedan? Dicho lazo es el de la solidaridad, donde cada sujeto
está ligado a los intereses y responsabilidades de otros, cada sujeto se
adhiere a la gran causa “solventar el
riesgo en que se encuentra la casa común” y dicha causa se convierte en un
acuerdo establecido en la interacción social.
Bibliografía
Encíclica Laudato sí. En: https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-la-enciclica-laudato-si-del-papa-francisco-en-pdf-y-version-web-64718/