DECÁLOGO PEDAGÓGICO PARA LA PRÁCTICA ADMINISTRATIVA
Algunas proposiciones del decálogo se sostienen desde el pensamiento de la Dra. Renée Bédard
1. Se
debe combatir la convicción de que existe una administración uniforme donde
poco importa el tipo de establecimiento, esto corresponde a la universalidad
del pensamiento administrativo, donde equivocadamente se considera semejante a administrar
una funeraria o un almacén de ropa.
2. Los
supuestos económicos (egoísmo, acumulación, competencia, utilidad…) se
presentan con mayor fuerza, esto hace referencia a una lógica administrativa
que se requiere enfrentar.
3. Hay
que reflexionar y hacer esfuerzos por revertir el lugar secundario que ocupa el
ser humano en el campo de los estudios y de las prácticas administrativas y el
poco abordaje sobre las características fundamentales de la naturaleza humana
(perfectibilidad, inmortalidad, sociabilidad…) asumido por la teoría y la
práctica administrativa.
4. Tener
cuidado con la predisposición hacia el tecnicismo y la cultura tecnocrática que
sugiere el cumplimiento de la regla, el programa, el seguimiento de la receta
“mágica” como únicas vías o caminos para obtener resultados, excluyendo al ser
humano.
5. El
pensamiento administrativo es atravesado por corrientes ideológicas o
concepciones filosóficas diversas (es ciencia aplicada), desde allí surgen
diversos problemas:
A. Dichas
raíces que constituyen la base o matriz de los conocimientos actuales son
raramente discutibles.
B. No se
ha desarrollado una explicación genética que pueda establecer la filiación de
las teorías actuales y situarlas en un marco de conjunto en lugar de
limitarse a un desarrollo cronológico.
Nota: La discusión no se enfoca en que el paradigma
o la teoría se vuelve obsoleto (se agota) sino construir el marco de análisis
que permita identificar su génesis
C. No se
cuenta con un método que permita ir a dicha génesis para descifrar sus
influencias, clasificar y relacionar los elementos para comprenderlos.
6. La
administración, definida por tradición (lenguaje, historia, costumbre…) como
“ciencia y arte” a la vez, no se asume de esa manera complementaria; prevalece
el carácter científico, o sea, los marcos de referencia teóricos que tienen
contacto con la tramitación de los bienes materiales y poco se aborda como
arte, esto significa las calidades humanas que hacen referencia al gobierno
(guía, conducción, coordinación…) de las personas y a la puesta en práctica de
los principios teóricos.
7. No
se analizan los paradigmas y teorías administrativas como verdaderas fuentes
para entender la manera de habitar lo real, o su comprensión cualitativa, más
bien los estudiantes la asumen como verdades superiores elaboradas por
especialistas que hacen abstracción de los fenómenos, apenas se vislumbra
constructivismo cuando a través de un estudio monográfico se motiva la voluntad
(deseo reflexionado) al estudiante a que identifique alguna debilidad a cierta
teoría, por ejemplo: en planeación estratégica descubrir “ruidos” (imposibilidad
de aplicar elementos, distancia entre la teoría
y la práctica, divergencia entre el medio y el propósito…) a la teoría
formulada por el Dr. Humberto Serna, por tomar un autor importante.
8. No
se recuerda qué es la praxeología o aquella actividad humana material y social
de transformación de la realidad objetiva de la naturaleza, de la sociedad y
del hombre mismo, el campo de reflexión que justifica la existencia de la
función administrativa (ad minister, al servicio de) y hace posible que los
estudiantes (practicantes) adquieran condiciones o capital intelectual para
ejercer a plenitud sus competencias.
9. Además
de investigar la verdad (validez o fuerza, solidez de un cuerpo) la
epistemología también debe adquirir la función de supervisar y controlar el desarrollo
de la praxeología, o sea, evaluar dicha solidez de los fundamentos
intelectuales y conceptuales sobre los cuales se apoyan las prácticas, examina
los métodos, emite juicio de valor sobre los resultados obtenidos con respecto
al marco de referencia que se ha tomado como soporte para justificarlas.
10. La
axiología no puede ser considerada un componente filosófico sin relevancia, al
contrario, se debe reconocer como un elemento que invita e implica una parte de
la voluntad (actuar en función de valores) del sujeto, que resalta la
perspectiva humanista de la administración y le hace el llamado de atención a
la normatividad científica y epistemológica a que todo no puede ser impersonal
y objetivo porque se corre el riesgo de encerrarse en el formalismo o
convertirse en una “fría” concepción ideológica.
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